Por estos días Suspendelviaje cumple tres años de existencia, paciencia e insistencia. Es un aniversario que por supuesto nada significa. Nada más allá de los 3.700 textos, las fotos, los videos, los dos concursos literarios, los excesos, las provocaciones, la notable repetición de ideas en la misma aldea. Por momentos el blog parece un mosquito dando vueltas y más vueltas alrededor de un foco. Aprendimos algo. No es fácil sostener un espacio como éste. Todo conspira en contra. Aprendimos también que la ficción literaria vive un momento terminal. Resulta casi inútil ofrecer acá un relato cualquiera porque una gran mayoría de visitantes creerá de inmediato que nos estamos desnudando ante el querido público. Nos cansamos de aclarar que el jardín está lleno de instantes jamás vividos. Nos cansamos de aclarar que la ficción bien entendida encierra más verdad que la mejor nota periodística. Y que a lo sumo enhebramos palabras siguiendo el ritmo de una música invisible. Nos hubiera gustado recibir más comentarios a favor o en contra de lo que aquí se ve. Y nos hubiera gustado no tener que filtrar algunos dardos venenosos que, escudados en el anonimato, exhiben una mirada fundamentalmente pobre, tonta, empeñada en combatir no sabemos a quién. Fuera de eso, y de las dudas que a veces tenemos sobre si seguir el viaje o suspenderlo, continuamos aquí sin un motivo claro, sin para qué ni para quién. Nuestro lema es y será el de siempre. Donde se ponen los pies desaparecen los caminos.
L.
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