martes, 21 de febrero de 2012

Jardín de instantes II




Las espinas del tronco me lastiman. Sigo colgado en el vacío con las manos. Mientras subo siento en la cara el oscuro latigazo de las ramas. Estoy llegando cada vez más alto. Aquí no van a descubrirme. Pronto voy a volar como un globo en el cielo gris. Abajo, muy abajo, se vive de recuerdos alegres. Aquí arriba no llueve y nadie ha muerto. Aquí no hay violaciones ni perros ni disparos. Debo estar pisando el paraíso sin saberlo. Mi madre se ha cansado de gritar. Debe estar haciendo la revolución en algún lado. Un pájaro se ha posado en mi cabeza. Ahora es mi padre el que amenaza. Ya no hay nubes ni escaleras. Debo tener quince o veinte años. A lo sumo treinta. Mi hermana dio el último portazo y se fue. Una desconocida cuelga su ropa interior recién lavada. Después se sienta en un sillón de mimbre y lee con desgano. Puedo espiarla mientras se toca entre las piernas. Aparece un hombre y la besa profundo. Estoy mareado y solo. Mejor me duermo, mejor me callo, mejor me rindo. 
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario