Muchas personas apuestan al amor y a la búsqueda de pareja como solución mágica de todos y cada uno de los problemas. Hombres y mujeres colocan ese tema en primerísimo lugar. Después, cuando por fin alcanzan el remedio universal, descubren que el hallazgo no sólo no cura ninguna enfermedad sino que, en ocasiones, genera nuevos síntomas y encima duele. ¿Qué hacer entonces? Cambiar el orden de prioridades. Trabajar con energía en los proyectos personales. Alimentar la divina soledad. Concentrarse en dos o tres cosas fundamentales para convertirnos en las personas que somos o creemos ser. Si en ese camino aparece alguien que nos acompañe mucho mejor. Pero el amor no es lo primero sino lo segundo.
L.
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