Sabemos poco de la vida, del mundo, de lo que parece obvio, del sentido mismo de existir. Poco y muy poco y demasiado poco. Si algo impresiona es ver a la gente caminar por la calle con tanta naturalidad. O escuchar a hombres y mujeres como si supieran. Tanta seguridad fingida. Tanta ignorante sabiduría. Qué raro todo sin embargo. Todo tan extraño. La lluvia, el dolor, el sexo, la guerra, el viento, la muerte, el rocío en las mañanas. Hay un misterio tan grande que asusta. Y sin embargo nos comportamos como si tuviéramos respuestas o entreviéramos al menos un barco avanzando en la niebla. Para qué seguir engañándonos. No estamos en condiciones de responder a simples y tontas preguntas. ¿Me querrá ella mañana? ¿Seguiremos viéndonos aún el año próximo? ¿Se acabará el deseo entre nosotros? ¿Cuántos días más vamos a vivir?
L.
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