jueves, 23 de febrero de 2012
Experiencias I
La banalidad de nuestra vida se confunde con la del mundo y la cultura que nos rodea. Leemos el diario para saber si aumentó el número de muertos y heridos aquí o en cualquier parte. Pasamos rápido de un tema a otro. Cerramos y abrimos los ojos pero nunca vemos nada detenidamente. Volvemos de las vacaciones cargados de fotos que poco significan. Los más entusiastas las cuelgan a todas en Facebook. Las lecturas, aún las mejores, son rápidamente olvidadas. Todo debe ser fácilmente sustituible. Saltamos de un cuerpo a otro de manera insensible y seca. Y así también pasa con los días, las noches, las fiestas, los entierros. Todo da más o menos igual. En casa ya no tenemos nada especial que contarnos a la noche. Encendemos la televisión. Alquilamos una película que nos salve. Somos al parecer incapaces de vivir y trasmitir experiencias personales. Quizás si hiciéramos algo con lo vivido podríamos recuperar la experiencia. Escribir. Pintar. Soñar. Hacer música. Algo.
L.
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