viernes, 17 de febrero de 2012

Me pregunto a veces para qué. Para qué esto, para qué aquello, para qué el blog, para qué el amor o el odio. O también. Para qué escribir un nuevo libro si el mundo está lleno de lindísimos libros. Extiendo la pregunta a mi analista. Su respuesta me deja mudo. Para qué. La pregunta del depresivo, del religioso, del utilitario, del esclavo. Para qué. La pregunta sin respuesta. Y si la hubiera sería tan mezquina como la duda inicial. Cambiemos de tema entonces.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario