martes, 28 de febrero de 2012
La felicidad
Hay algo banal en la felicidad. Algo, digamos, infeliz. Se abusa tanto del término (con el amor pasa lo mismo) que uno empieza a sospechar. ¿Qué se está nombrando exactamente? Nadie lo sabe. Pero si la diosa felicidad es tan masivamente adorada debe ser por algo. Pienso en imágenes al azar. Una caminata a la orilla del mar. Una caminata de la mano con alguien que nos importa. Una larga caminata en pareja por una playa desierta y ventosa. Corta el cielo una gaviota. En la arena se ve la cáscara de lo que fue un cangrejo. El mar está agitado. Las olas se deshacen en la orilla hasta convertirse en globitos que estallan y desaparecen. Eso debe ser. O una fiesta. Una hermosa fiesta que dure hasta el amanecer. Una fiesta con tragos deliciosos y gente linda y dispuesta a pasarla bien. Eso debe ser. Sexo nocturno. Una interminable noche de sexo y amor apasionado en un hotel por horas. Debe ser esto último. O el nacimiento de un niño. O una torta de cumpleaños. O viajar. Un hermoso viaje por las islas griegas, por París o Barcelona. ¿Será eso o parte de una lista todavía más amplia? Quizás se trate de algo menos estúpido. Leo un poema de Meredith. Nada que ver con el tema abordado hasta aquí. Pero no importa. Hasta que no agonice el fuego en el hogar/ no buscaremos la amistad de las estrellas.
L.
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