Hombres y mujeres en estado de enamoramiento sólo ven cualidades en el otro/a. Solamente belleza, misterio, encanto y sobreexcitación. En esa fase no se ven defectos sino virtudes y maravillas. El único miedo es salir algún día del ciego y bendito resplandor. Miedo a perder lo que se tiene o se supone que se tiene. La convivencia posterior suele enturbiar ese instante que es todos los instantes. Aparecen ángulos insospechados de la relación y un mar de sombras humedece los días. O directamente los seca. ¿Están obligados ese hombre y esa mujer a pagar el fuego inicial con una vida entera de sufrimientos, reproches y amargura? ¿Eso es lo que llaman amor para toda la vida? Las preguntas conducen a un nuevo interrogante. ¿Es el enamoramiento la fase principal de un vínculo amoroso? La respuesta es no. Lo más importante viene, sí, después.
L.
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