lunes, 14 de enero de 2013

Contra la comodidad


Tan cómodo el bebé en el útero. Nada lo molesta ahí salvo que la mamá se ponga a bailar salsa o tome un colectivo sobre suelo empedrado. Fuera de eso todo bien. Tan cómodos estamos en casa mirando televisión  o haciendo algo con la computadora, o simplemente viendo llover por la ventana. ¿Para qué salir? ¿Para qué someterse a la hostilidad del mundo externo? El yo es un universo en expansión. La mismidad, por eso mismo, es imbatible. Hay un solo problema. Demasiado yo cansa. Demasiada mismidad nos termina asfixiando. Y por eso al final salimos al mundo. Y por eso amamos.
L.

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