L.
sábado, 19 de enero de 2013
La ausencia
¿Presencia o ausencia? La respuesta no es simple. Y no lo es porque ambas situaciones tienen su lado oscuro y luminoso a la vez. La presencia nunca es total. Nos afecta sólo por momentos o está lejos de lo imaginado. La ausencia, que tampoco es total, resulta muy higiénica. Lo que nos falta es invisible y mudo. Perfecto casi. Se lo puede adorar en silencio y no genera discusiones. Da lugar al sueño y la fantasía. No cansa. Despojado de un otro el yo se convierte en rey. Nadie por aquí/nadie por allá. Pero además la ausencia puede ser encubierta por presencias virtuales. Un millón de voces y fotos que se ofrecen por monedas como putas del puerto. Llega un momento, aun así, en que los encuentros ganan por cansancio. En tales casos no importa ya más nada. Y la respuesta del alma es el cuerpo.
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