Nada de malo tiene la repetición de actos, lecturas, besos. Pero hay rutinas peligrosas y a veces conviene ser precavidos con la precaución. Conozco el caso de un hombre que siempre lavaba las manzanas antes de sentarse a comer. Un día bebió por accidente el contenido de la jarra donde había lavado las frutas y enfermó de cólera. Se dice que el matrimonio, una bebida no siempre saludable, tiene poco que ver con el amor. Las relaciones que uno mantiene con su mujer, por hermosa que sea, llegan a hacerse tan rutinarias como las que uno mantiene con el lugar donde vive. Y así como al cabo de varios años no vemos ya las plazas, las avenidas, los monumentos, descubrimos a veces que nuestra mujer tiene pechos, lindos ojos o un lunar en la cadera. Pero son momentos esporádicos y hasta anormales. Los disfraces cansan y no son más que eso. Disfraces. Por eso las parejas unidas por alguna cosa superior a la costumbre o la practicidad entienden que, de tanto en tanto, deben cambiar de rumbo para poder seguir juntos de la mejor manera posible y observándose, siempre, como si fuera la primera vez.
L.
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