jueves, 10 de enero de 2013

Dos caras

Toda madre que da a luz condena a muerte al nuevo ser que ha nacido de sus entrañas. Luz y sombra en un mismo acto dramático y feliz. Dos caras en tensión constante. Enamorarse de una persona puede implicar tremendas decepciones en el futuro. Dolor, infidelidad, tristeza. Cruzar la calle puede acabar en un gravísimo accidente. Encarar un emprendimiento personal es exponerse al fracaso y el error. Y todo así en esta vida doble y temblorosa. Dos caras. Siempre dos como en la luna. ¿Se concluye entonces que es mejor no tener hijos, no enamorarse, no cruzar la calle, no hacer nada de nada? De ninguna manera. No es esa la conclusión correcta.
L.

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