Me hundo entre las honduras más hondas y secretas de su alma, es decir, de su cuerpo desnudo y hondo tras la lluvia, de su enigma jamás aclarado, sombra de otra sombra, hundido en sus honduras y oscuras guatemalas, dormido ahí, como un ciego, como perros de la playa copulando, es decir, salvándose y hundiéndose en el alma seca de las perras, perdiéndose en ellas hasta alcanzar el mar donde el cuerpo se limpia de turbias y tan hondas honduras del dolor.
L.
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