martes, 31 de mayo de 2011

No regresar


Cuidado. El pasado no es un lugar muy seguro. Al contrario. Está amenazado constantemente por el presente. Cuidado. La experiencia del retorno suele ser fatal. Se recomienda por eso no regresar. Ni a la mujer que amamos hace años ni a la ciudad donde fuimos felices ni a las playas de la infancia. Cuidado. El pasado es un espejo que tiembla. Y no hay en el recuerdo ningún lugar tranquilo.

L.

Escrito en el cielo

Caballo interior


Cada uno de nosotros esconde un caballo interior. Algunos lo disimulan y cubren con pudor las partes prohibidas. Pero el caballo permanece en algún lado siempre listo para lanzarse al galope. La cultura y los buenos modales conspiran para tenerlo a raya. La educación aporta lo suyo para distraer a los desesperados con lindas frases y eventos importantes. La policía, la iglesia y el ejército persiguen al salvaje con el objetivo de eliminarlo totalmente. Pero el animal brilla potente en la oscuridad. De poco sirve reprimirlo. Y soltarlo es peligroso. En cualquier caso el caballo interior no se rinde. Y no lo hace porque el caballo interior es la verdad.
L.   

Caballos del alma

lunes, 30 de mayo de 2011

Nos gustan las mismas cosas


Todos lo pensamos alguna vez. Una pareja funciona si a sus integrantes les gusta la misma música, los mismos libros, el mismo equipo de fútbol, las mismas flores y hasta las mismas comidas. La afinidad total y absoluta parece una especie de garantía de amor eterno. En las columnas de solos y solas que se ven por internet cada cual se presenta buscando la armonía física y espiritual. Extrañamente a todos les gusta más o menos lo mismo. Viajar, escuchar música, pasarla bien, compartir un mate bajo el sol, el sexo, la vida sana y el baile. Qué fácil sería todo si el enamoramiento se basara en coincidencias ideológicas y culturales. Cuántos problemas se evitarían de ser así las cosas. Pero el amor no sabe nada. Simplemente ocurre más allá de cualquier previsión. Y en la mayoría de los casos, para colmo, se nutre de las diferencias.
L.

La bailarina

Mejor perderse I


A veces perderse es la mejor manera de encontrarse. Perderse o desviarse del sendero que otros nos marcaron. Otros. Familia, religiones, maestros, periodistas, amigos, héroes, políticos, dioses, presuntos dueño del sentido. La vida, lo hemos escrito muchas veces, no tiene un sentido predeterminado. Somos nosotros los que inventamos un sentido propio por la vía del absurdo. Lo hacemos con los pies al caminar. Lo hacemos contra el viento y sin ostentación. Con los pies, con las manos y hasta con los genitales. Nada resulta demasiado claro. Nada resulta demasiado oscuro. Y donde se ponen los pies -dice el poeta Jorge Teillier- desaparecen los caminos.
L.

Mejor perderse II


A veces resulta mejor perderse. Leo en un diario la historia de Débora Correa, una chica de apenas 19 años. Ella vive en la localidad bonaerense de Garín. La joven se peleó un día con su familia y escapó de la casa. Su padre salió a buscarla y mostró su foto a la policía. El ex sargento René Romero la encontró, gracias a la foto, y la violó, de inmediato, en la parte de atrás del patrullero. No era la primera vez que lo hacía. Era, es, su manera de poner orden. Pienso en los demagogos de la política (por ejemplo, entre muchos otros, un tal Macri o un tal Duhalde y su esposa Chiche en la Argentina) que hacen campaña prometiendo llenar la ciudad y el país de policías y cárceles, es decir, de violadores, torturadores, asesinos de uniforme y armas reglamentarias. Sí Débora. Mejor perderse.
L.

domingo, 29 de mayo de 2011

Ciencia del sueño

Las cosas finalmente se dan

Dice Julio Ramón Ribeyro que lo que deseamos finalmente se nos da. Dice que muy pocas veces eso ocurre en el momento oportuno. Todo llega, dice. Sin duda, dice. Pero cuando ya no lo necesitamos. O cuando lo necesitamos menos. O cuando ya no tiene importancia.
Eso dice, en su diario íntimo, el peruano Julio Ramón Ribeyro.
L.

sábado, 28 de mayo de 2011

Talentos perdidos


Leo sobre la vida de Jaco Pastorius. No hace falta aclarar que el hombre fue el mejor bajista en la historia del jazz mundial. Después -para qué abundar- sobrepasado de drogas y alcohol, olvidó y perdió el bajo en una plaza oscura de Nueva York. Se convirtió en vagabundo y luego de una pelea entre tantas acabó con el cráneo partido. Murió en un triste hospital en setiembre de 1987 cuando apenas había cumplido los 35 años. Jaco Pastorius. La estrella de Weather Report. El que fue invitado a tocar con Pat Metheny. El bajista supremo. El maestro entre los maestros. Pienso en tantos talentos perdidos. Pienso en gente valiosa incapaz de sostener cualquier emprendimiento. Ante el primer obstáculo se desvanecen y todo se va al diablo. No estoy haciendo una crítica moral. No estoy diciendo cómo se debe vivir. Pero el trabajo, la organización, el cuidado de uno mismo y la persistencia van de la mano. El futuro, si es que existe, no es apto para diletantes. Ya lo dijo el poeta. No hace falta ni irse ni quedarse. Hay que aprender a resistir.
L.

Danza con pájaros

viernes, 27 de mayo de 2011

Vivir sin amos


Es fácil decirlo pero no tan fácil de practicar. Vivir sin amos, tomar distancia de padres ficiticios o reales, no hacer caso de dictadores, amigos o parejas que actúen como tales, liberarse incluso del amo interior, es decir, del yo autoritario que organiza nuestros pasos sin opción al menor desvío. Vivir sin amos. Volver a nacer.
L.

Lectura y amor


Al leer no buscamos ideas nuevas sino pensamientos ya pensados por nosotros. Cuando leemos confirmamos una vez más lo que no sabíamos que sabíamos. Las viejas palabras de siempre vuelven a vibrar como campanas en cada uno de nosotros. Al amar no buscamos gente nueva, caras nuevas, cuerpos nuevos, gente distinta. Nos limitamos a reencontrar el antiguo río de la infancia, un rostro conocido, un beso profundo que ya habíamos recibido cuando el mundo era joven y nadie estaba muerto. Amar y leer son, en suma, divinas y esperadas versiones de un recuerdo olvidado.
L.

jueves, 26 de mayo de 2011

Autobiografía


Hubo, seguramente, un nacimiento. Y después una muerte. Y luego una larga serie de nacimientos y muertes. Hechos tan irrelevantes como nudos en la soga del ahorcado. O como pelos de gato en el agua blanda y oscura. Hubo mujeres, viajes, libros. Hubo sexo. No mucho que agregar. Desechos puentes de frágiles cañas. Fuego en la nieve. Ningún accidente. Apenas puentes, y, a veces, ni eso.
L.

Demasiada realidad


El perro limitado a su condición de perro. La memoria esclavizada por la experiencia directa. La vida entera convertida en un desfile de malditos detalles, cosas menores, tonterías, materia bruta, nada. Y todo así. Y así todo. La riqueza de una sensación, por mínima que sea, recortada en un sinfín de frases hechas, convenciones de estilo, vulgaridades previsibles y cómodas. Ninguna imaginación prohibida, ningún sueño, ningún paso más allá de lo marcado por los dueños del sentido. El perro limitado a su condición de perro. La memoria maquillada por expertos. El cuerpo despojado de ironías y encanto. Demasiada realidad para una vida tan breve.
L.

No smoking orchestra

miércoles, 25 de mayo de 2011

Piano y recuerdos

Lo ideal


Los maniquíes representan el ideal de belleza dominante en las vidrieras y en las mentes. Son tan "naturales" que hasta se diría que respiran. Son, además, un poco exhibicionistas. En ocasiones están desnudos a la vista de todo el mundo. Las protuberancias, sin embargo, son muy leves. Ni los genitales de los varones ni los pechos de las damas de plástico o fibra de vidrio sobresalen demasiado. Nada sobresale en realidad. No tienen defectos ni huellas de la edad. La piel demasiado lisa y la total escasez de ánimo erótico o existencial convierte a los maniquíes en seres anodinos, aburridos, enfermos de neutralidad. Pero el problema no está tanto en ellos como en los hombres y mujeres que hablan, actúan y se comportan como ellos, es decir, como perfectos y divinos muertos. 
L.

La oscuridad de las mujeres


El título de este post ya entraña el riesgo cierto de la generalización. Iba a titularlo el alma oscura de las mujeres. No me gustó cómo sonaba. La oscuridad de la mujer tampoco iba bien para este caso. Finalmente llegué a una formulación definitiva y, a mi juicio, más adecuada. La oscuridad de las mujeres. Pero...¿quién soy yo para suponer que existe algo llamado las mujeres? ¿y de qué maldita oscuridad estoy hablando? Seré breve. Pienso que algunas mujeres, no todas, por lo menos algunas, pasan sus días en un estado de grieta, siempre al borde de la desesperación, angustiadas, insatisfechas, raras, etcétera. Debo resumir. Hablo de aquellas que establecieron algún tipo de contacto fuerte consigo mismas, es decir, mujeres superiores. Porque también están las que se limitan a cumplir papeles asignados por la historia, la cultura, la sociedad, los hombres o la televisión. Creo haberme introducido en un pozo. Voy a salir. Quiero decir, en conclusión, que la oscuridad de las mujeres resulta mucho más interesante y seductora que la claridad de los varones. ¿La claridad de los varones? Mejor termino acá.
L.

martes, 24 de mayo de 2011

Primera vez


Leo en una entrevista periodística a una joven contando algo que llama, a falta de una expresión más sencilla y clara, su primera vez. Se refiere naturalmente a la primera experiencia sexual. Pienso y luego insisto. Si hay una primera vez hay una última. Admito que no parece un pensamiento muy alegre. Pero así es. Si algo empieza es porque también termina. Pero el lugar común utilizado por la entrevistada invita a otra consideración igualmente significativa. No siempre la cópula inicial tiene categoría fundacional. A veces la verdadera primera vez es la sexta o la décima. Y lo ocurrido antes, cualquiera sea su nombre, no califica de ninguna manera. La primera vez, además, jamás ocurre. Al contrario. Está siempre por suceder. Habrá que armarse de santa o no tan santa paciencia.
L.

lunes, 23 de mayo de 2011

La clase


Uno llega vacío a la clase. Vacío y dispuesto a dar lo que no tiene. Uno llega para instaurar alguna forma de silencio en el desierto de los ruidos. Poco a poco empiezan a juntarse palabras, gruñidos, frases mal armadas, ideas, sueños, recuerdos, dudas compartidas. La clase se construye en el mismo instante de su demolición. Como la danza. Como la muerte. Como el amor. Uno llega mudo y solo a la clase. Está a la espera de algo en esa orilla. Vacío y quieto. Dispuesto a dar lo que no tiene a quien no es. 
L.

El tiempo no existe


Si no fuera por las noticias de los diarios o las webs, el cambio en la temperatura, las modificaciones corporales, el viento del sur, alguien que muere o nace, algún cumpleaños, un llamado, una ola de mar que se levanta y cae, es decir, si no fuera por mínimos signos de alteración, fluidez y mutación, no percibiríamos el paso del tiempo. Mejor aún. Pasaríamos a vivir una especie de no tiempo donde nada esencial acontece más allá de ligeras transformaciones anímicas que pronto se olvidan. Los días, los años, los siglos, todo quedaría reducido a cero. Y ahí, quizás, empezaría la vida.
L.

Alegremente triste

La mujer de mi vida


Conocí a la mujer de mi vida cuando tenía apenas 17 años. Era morocha, se llamaba Flor y golpeaba fuerte el piso cuando caminaba. Unos años después encontré, por fin, a la mujer de mi vida. Era rubia, corpulenta sin exagerar, jugaba al voley en la playa y leía los libros de Mafalda. Un día ella me dejó. Durante un tiempo me dediqué a pasear perros y hacer avioncitos de papel. No voy a extender mucho esta historia. Creo que, en total, tuve ya unas treinta y cinco mujeres de mi vida. Pero ninguna se parece a la que debe estar por llegar y será, claro que sí, la mujer de mi vida.
L.

Hacer el amor


Ayer hice el amor. No voy a decir con quién porque me metería en problemas. Igual lo más importante es el extraordinario resultado de mi trabajo de ayer. Porque si hice el amor eso implica que nunca estuvo hecho, es decir, acabo de crear algo nuevo, distinto, que, a falta de nombre mejor, se llama amor. Es raro porque aún siendo yo el autor de la novedad no entiendo bien su significado exacto.
L.

Intimidad


Este blog elige la intimidad por descarte, o, mejor, porque se trata de un espacio más o menos accesible y, por momentos, entendible al menos en parte. Cualquiera tendría derecho a preguntar por qué hablamos de sexo y parejas mientras la Otán mata a civiles en Libia. O por qué aparecen temas como la angustia de los domingos o la difícil vida familiar mientras gana la derecha en España, avanza Macri en la Argentina y en Colombia premian a los asesinos de pueblos enteros. O por qué nos interesamos por los cuerpos desnudos y no tanto por los cuerpos masacrados por los narcos en México. Son dudas lógicas y no sabríamos qué responder. Un puñado de palabras entre una y otra oscuridad (al igual que un puñado de cerezas) no salvará al inmundo mundo que habitamos. La escritura, nos consuela Kafka, es más pobre pero más clara que la vida.
L.

La gota que falta

Bañada en lágrimas


Carla despertó bañada en lágrimas. La novedad le permitió ahorrar agua justo cuando la crisis hídrica era más notable que nunca en la ciudad. Las lágrimas, además, limpian mejor y, como son pequeñas, se introducen delicadas en esquinas, grietas y recovecos imposibles de la anatomía. Carla estaba feliz como su cuerpo bañado en lágrimas. Ya no tuvo que volver a abrir la ducha como siempre lo hacía. Después se lavó con agua de vertiente y al día siguiente con la lluvia. Finalmente, ayer, despertó bañada en cerveza artesanal.
L.

domingo, 22 de mayo de 2011

Fragmentos

Corría el año...

Corría el año 2003 y tanto corría, pero tanto, que no lo pude alcanzar. No es bueno que los años se larguen a correr sin dejarnos al menos un recuerdo, una canción, un sueño, una porción de torta, una carta de amor. No pasó lo mismo con el año 2009. Ese año no corrió. Decidió esperarme y por eso, qué suerte, lo alcancé.
L.

Puerta del sol


Es cierto. Otros movimientos similares no produjeron revoluciones. No duraron mucho. Desde el Mayo Francés hasta el 2001 en Buenos Aires pasando por la reciente y fracasada rebelión de la juventud francesa. Nuestro que se vayan todos no resultó. Algunos amores tampoco se extienden en el tiempo y no cambian la vida de nadie. Pero qué alegría el amor. Y qué felicidad ver a los jóvenes españoles en estado de indignación. Cuánta necesidad hay en el mundo de que esa reacción juvenil y popular se propague a todas partes. Demoracia real, pan, trabajo, libertad. Pienso, luego insisto, se lee en un cartel instalado hoy en la Puerta del Sol (Madrid). Es cierto. Quizás el esfuerzo no haga crecer mil flores. Pero la indignación crece junto a la voz de la calle. A veces una sola flor alcanza.
L.

Una música anormal

Una vida normal


¿Qué es una vida normal? De eso hablábamos hace un rato con Andrea. Le dije que ella debía tener una vida normal. Parecida a la de los otros. ¿Qué es una vida normal?, me preguntó. No sé, le dije. Ir a fiestas, salir, aprovechar el día (carpe diem), tener muchos amigos, comer asado, escuchar vallenatos, algo así. ¿Y tu vida es normal?, contraatacó. Le dije que no. Que una persona como yo, si fuera normal, no haría lo que hace. No escribiría un blog, no perdería su tiempo de una manera tan estúpida, saldría con sus amigos, miraría partidos de fútbol por televisión, planearía las vacaciones de invierno, etcétera. De pronto nos quedamos en silencio durante unos segundos. ¿Será eso la vida normal? 
L.

sábado, 21 de mayo de 2011

Barco

Hay un barco que no se mueve. Flota blandamente sobre aguas lisas. El barco no busca puertos ni puertas. Se queda ahí como si fuera una medusa descuidada, o, peor, un mensaje en la botella que nadie abrirá nunca. Hay un barco y eso es todo. A veces un barco basta.
L.

El campo idealizado


Los que viven en el campo sueñan con vivir en la ciudad. Los que pasamos nuestros días en Ciudad Gótica soñamos con las mañanas campestres y soleadas, las ubres rosadas de las vacas, los pajaritos al amanecer y el ronronear de los tractores. ¿Quién no lo pensó alguna vez? Tener una pequeña chacra, unos caballos, gallinas y patos, un tanque australiano con agua helada y vivir, como se dice, una vida natural. Qué lindo todo. Lástima que después que saltamos la tranquera aparecen los problemas. No sabemos como ordeñar una vaca, queremos ir al baño y está lleno de cerdos, los caballos se escapan y en el pueblo no hay ni un solo bar abierto. Los vecinos son crueles (como vi en una película francesa cuyo nombre no recuerdo ahora), las lluvias arrecian, las cosechas se congelan y todo se pone tan pero tan difícil que acabamos llamando a Batman, el murciélago potente, para que nos lleve de regreso a Ciudad Gótica (sin Macri).
L.

Un sueño imaginario

¿Es necesario el coito?


La pregunta titula una nota de El País Semanal, revista que aparece mañana junto al diario español. ¿Es necesario el coito? Los entrevistados se limitan a decir todo tipo de tonterías. Que la cópula está sobrevalorada, que su ejercicio cierra otras opciones, que el semen no debe derrocharse indiscriminadamente, que no debemos mitificar el acto, etcétera. No vamos a tomar posición. Hacerlo sería sumarnos a la estupidez generalizada. ¿Es necesario el viento? ¿Hacen falta los Beatles? ¿El amor sirve para algo? ¿Y los tomates?
L.

viernes, 20 de mayo de 2011

Semilla


Todo el mundo quiere llenarnos de ideas y cosas. Desde nuestros padres hasta los diarios. Desde los profesores hasta la televisión. Frases hechas, enseñanzas baratas, muebles pesados, indicaciones de autoayuda, consejos sobre cómo debemos actuar, criterios morales y sexuales, actitud política y científica, libros importantes. Pero la educación bien entendida consiste justamente en lo contrario. Vaciarnos de trastos inútiles. Recuperar la capacidad de asombro. Ver el mundo siempre por primera vez. La tarea consiste en levantar un roble, decía Capote, para luego reducirlo a la semilla.
L.  

Mails respondidos


Y de pronto los mails son contestados en tiempo y forma... Y el problema es justamente ése. La respuesta. La maldita respuesta que nunca esperábamos. Porque vivimos de sueños y no de realidades. Porque deseamos por un lado que el puente sea recíproco y por el otro preferimos no saber. No hacen falta demasiados ejemplos. Alguien que amábamos desesperadamente nos escribe para desearnos feliz cumpleaños. O anuncia que se casa en octubre. El trabajo anhelado se frustra por una estupidez y el jefe de recursos humanos escribe un mail que no sirve ni para papel higiénico. Y ese viaje y el beso nunca recibido y la promesa de ésto, aquello y lo de más allá, todo, de pronto, convertido en ciento cuarenta caracteres de twitter con un jaja al final. La verdad no siempre es bienvenida. Aunque la peor opinión -decía alguien- sigue siendo el silencio.
L

Autopista del sur

Enamorados todo el tiempo


Delfina, Sebastián, Carolina, Melina. Son alumnos de un taller de narrativa que dicto los viernes a la mañana. No sé cómo surgió el tema pero los cuatro coincidieron en una cosa. Lo que desean los enamorados es estar juntos todo el tiempo. ¿Todo el tiempo?, pregunté asombrado. Todo el tiempo, respondieron casi a coro. La rubia Delfina hizo una única salvedad. Advirtió que los integrantes de algunas parejas siguen así, pegaditos, de manera permanente, lo cual, dijo, es una locura. Pienso igual. Estar juntos todo el tiempo (¿también para ir al baño, trabajar o leer?) puede resultar agotador.
L.

Un dios irresponsable


Dioniso, o Dionisio como también se lo conoce, es el dios más inmoral de la mitología griega. Figura a veces como hijo de Zeus pero es algo dudoso. Se dice que ha venido del norte o del sur pero Dioniso, en verdad, vino de todas partes. Se le atribuye la fundación del carnaval (las bacanales), se lo asocia con el vino tinto y las mujeres. También con el reino de la muerte. Las ninfas lo buscaban desde sus columpios. Consideraban que estaba demasiado bien hecho para ser un hombre. Una versión supone que nació cocido al muslo de Zeus y que en ese acto fue portador de dos antorchas. Por eso se lo conoce como dios de la luz y la oscuridad. Una verdadera fiesta, para Dioniso, debía ser orgiástica. Las mujeres asistían apenas cubiertas con pieles de cabra negra. Los varones estaban desnudos o casi. Circulaban el vino, la sangre y el fuego. Todos comían carne cruda de cabritos previamente degollados. Entre sombrío y luminoso Dioniso rechazaba el matrimonio. A cambio de esa institución defendida inicialmente por Platón y Aristóteles, promovía un intercambio efímero y ardiente con las ninfas, muchachas situadas en la flor de la edad, en el momento de la actividad sexual más intensa. El Dioniso de los romanos es Baco.
El de la docta Grecia fue un dios ilimitado, procaz, necesario.
L.

jueves, 19 de mayo de 2011

Cierto cansancio


El cansancio se cura trabajando. La energía se multiplica por ese medio. No se gasta. Es algo si se quiere matemático. Cuanto mayores sean las ocupaciones (justamente esas de las que tanto nos quejamos) más ganas tendremos de vivir y cansarnos, es decir, de crecer, de generar vida y proyectos posibles e imposibles. De lo que estamos cansados no es de trabajar sino de postergar el deseo.
L.

Mails no respondidos


Nueva costumbre. No responder mensajes electrónicos por más que de eso dependa algo simple y concreto. Muy interesante el fenómeno. Justo cuando estamos más comunicados que nunca estamos, en realidad, más incomunicados que nunca. Se le pregunta algo a alguien. Algo sencillo, necesario, claro, indiscutible. Pero el interlocutor se hace el boludo. No contesta. Entonces uno cree que se equivocó. Que escribió acaso algo indecente. Revisa el mail enviado. No había error ni obscenidad. Todo estaba bien. Es el mundo, la vida, la indiferencia generalizada. Nueva costumbre. No responder mails. A tal punto se ha llegado que cuando alguien contesta un mensaje me quedo helado. No puedo creerlo. Supongo que se trata de una confusión. Nueva costumbre, etcétera.
L.

Una foto de familia

Familia idealizada

No siempre la familia es un paraíso. Seamos honestos. Muy pocas veces lo es. Nos engaña la cercanía física, la supuesta confianza, los hábitos conocidos, la rutina. El desayuno a la mañana, pasear al perro, los cumpleaños, las vacaciones. Todo parece tan armónico que hasta llegamos a pensar que no hay en la tierra un grupo de personas más perfecto que la familia. Con el tiempo entendemos que el paraíso puede tornarse un divino infierno. Y que lo extraño, en el sentido más exacto de la palabra, suele habitar más el hogar propio que el ajeno. A veces son más familiares los vínculos generados, de manera casual, por completos desconocidos.
L.

La vida amorosa de los animales


Algo animal debe quedarnos. Es lo que pienso luego de leer La vida amorosa de los animales, un interesante libro de Vitus Droscher. No puedo resumirlo acá porque tiene casi trescientas páginas. Pero alcancé a entender que entre los osos y las osas hay cierta corriente de simpatía (no todos copulan con todos), que entre las serpientes hay casos de infidelidad, poligamia, prostitución, divorcios, impotencia psíquica. Hay casos rarísimos como el de las mollys amazonas, hembras de peces observados en América Central. Ellas forman, como las amazonas del mito, un pueblo femenino. Pero una vez al año las mollys olvidan su repugnancia hacia el otro sexo, visitan a los machos de su especie y eligen, para aparearse, ejemplares de aletas anchas y hocico puntiagudo. Eso ocurre, como se ha dicho, un solo día en el año. Pero al parecer se trata de una jornada inolvidable. Algo animal debe quedarnos.
L.  

Notas de lluvia

Una extraña servidumbre


Extrañamos a veces sentir lo que sentíamos antes. Suponemos que lo vivido fue mejor que lo de ahora. Más intenso. Llenamos el mundo de altares dedicados al pasado, pegamos fotos en las paredes, soñamos por la noche con escenas míticas o mitificadas de las que nos cuesta desprendernos. Algo parecido hacemos con el futuro. Imaginamos todo tipo de cosas que ubicamos tranquilamente en el porvenir, en el cielo o en vidas eventuales. En los ratos libres fundamos religiones apócrifas. Dios Pasado. Dios Futuro. Convertimos la existencia en una agotadora servidumbre que nos impide celebrar la vida que tenemos y de la que de hecho disfrutamos. Esa vida que no alcanzamos a valorar y celebrar suficientemente. Nos volvemos esclavos de ideas y desechamos lo que el mundo nos ofrece a manos llenas. La vida está en otra parte, decimos a la manera de un mantra agónico. Lejos. Nunca donde estamos. Quizás tengamos que revisar este esquema desde la raíz. 
L.  

La playa idealizada


Qué lindo sería, pensamos, estar ahora en Cayo Largo, en Cuba, o en las playas deslumbrantes del Tayrona, en Colombia, o acaso en la bonita Máncora, en el Pacífico peruano. Lo pensamos como quien imagina el lugar perfecto, sin límites, con el agua clara y tibia, la arena blanca, unos barcos que titilan como estrellas a lo lejos, sí, qué hermoso, decimos, estar allá y no acá, rodeados de gritos y edificios y horribles noticias, por qué no sumergirnos de una vez en una playa paradisíaca, pensamos, utilizando un adjetivo propio de los folletos turísticos. No reparamos en que nadie sabe bien cómo era el paraíso del que fuimos expulsados. Al parecer no había playa cuando Adán mordió la manzana del pecado. Ni siquiera conocía el significado de esa palabra. Los antiguos vivían la belleza sin saberlo. Hay un consuelo sin embargo. Cualquiera sabe que podemos estar en Yucatán o Acapulco y pasarla mal, no estar bien acompañados, mirar el océano con fría indiferencia. Pero aún así continuamos soñando con la burbuja de silencio en el desierto de los ruidos, el fuego en la nieve, lejanías imposibles. El más hermoso de los mares, dice el poeta Nazim Hikmet, es aquel que no hemos visto. Y la más hermosa de las playas...¿quién sabe dónde está?
L.  

miércoles, 18 de mayo de 2011

Incondicionales del blog


Qué sería de nosotros sin los incondicionales de Suspende. No son muchos pero son. Hablamos de Florisse que escribe aún con seudónimos o heterónimos desde la ciudad mexicana de Tijuana. Hablamos del Peregrino Púrpura a quien agradecemos siempre no tomarnos muy en serio. O de Graciela que analiza en profundidad y aporta su enriquecida visión. Y también de los recién llegados como Luna, Carolina, Pedro, Fernanda y algunos más, son doscientos por día, que sin ser incondicionales son ocasionales pero son. ¿Cómo sostener un blog como éste sin el respaldo de nuestros lectores aunque critiquen o le busquen seis patas al gato lunar? Un blog sin confesiones, sin historias íntimas, sin competir con los diarios o la tele, sin siquiera un tema dominante más allá de la vida, la muerte o el amor, las tres heridas clásicas que describió Miguel Hernández en un tiempo sin blogs ni celulares ni nada, lo que se dice, nada.
L.

Silencio azul

Sin ensayo

Me dice una alumna de escritura que prefiere primero leer mucho, prepararse bien, y recién después dedicarse a escribir. Le dije que las dos cosas son igualmente importantes. En caso contrario los estudiantes y graduados de la carrera de Letras, por ejemplo, serían grandes escritores. Y no es así. No lo es en la mayoría de los casos. El tema es más amplio de lo que parece. ¿Están preparadas las mujeres para parir? ¿Ensayaron los padres para ser padres? ¿Y las parejas? ¿Tienen algún entrenamiento previo para la convivencia? Ninguno. Deben arrojarse a la pileta aunque no tenga agua y ver qué pasa. De nada sirve leer y estudiar el libro Técnicas sexuales modernas, por mencionar uno, sin ejecutar el acto. Por eso dice Kundera que la escritura tiene una ventaja que la vida no tiene. Y es la posibilidad de escribir infinitos borradores antes del texto definitivo. Lo real no permite esa práctica. Todo se hace por primera vez. Hasta lo que se hizo siempre. No hay ensayo. Hay vida.
L.

Los besos

El beso


El beso. Así se llama un hermoso y triste cuento de Antón Chéjov. Un hombre solitario es besado sorpresivamente por una desconocida. Todo sucede en un cuarto a oscuras. La desconocida esperaba a su amante y naturalmente se confundió. El hombre besado no pudo averiguar quién era la mujer. Había mucha gente en la casa. Pero el impacto del beso recibido cambió la vida del hombre para siempre. El beso. Así se llama un hermoso y triste cuento de Antón Chéjov.
L.

Transformaciones

Entre los insectos el gusano se vuelve mariposa. Entre los humanos, con no poca frecuencia, sucede lo contrario. Es la mariposa la que se vuelve gusano. ¿Insectos o humanos? ¿Humanos o insectos?
L.

Cosas vistas


Pasa un hombre con cara de felicidad. Pasa por la esquina mirando el celular. Una mujer de nalgas prominentes no percibe que las calzas son transparentes. Cruza la avenida. Se le ve todo o casi. Pero ella mira fijamente su celular. Una desconocida le dice al novio de turno que lo ama porque no es como los otros. Ahora lee algo en su blackberry y sonríe. Una pareja tiene siempre invitados en casa. Ambos saben que si se quedaran solos se estrangularían. Los dos chatean, ahora, por celular. En un Starbucks de Caballito una joven madre da de mamar a su bebé. El tamaño del pezón es asombroso. Con la mano libre envía un mensajito. Lucía huele a manzanas y compra naranjas. Ludmila recuerda que el momento más grave de su vida ocurrió bajo un paraguas. Natalia sueña con un viaje a Moscú. Las tres miran fijo, ahora, la pantalla del celular.
L.

La ilusión del sexo puro


Algunas mujeres jóvenes, lindas y atractivas se quejan de que los hombres que se acercan a ellas sólo quieren llevarlas a la cama. Quieren sexo y nada más. Cero ternura, cero amor, cero amistad o intercambio intelectual. Algunos varones dicen algo parecido de ciertas mujeres. Sólo quieren sexo. Lo demás, si es que hay demás, no les importa. De ser así las cosas lo sexual podría ejercitarse entre los humanos como entre los animales, es decir, satisfacer un instinto básico de la manera más directa posible. Como quien va al baño o como quien come o bebe para saciar el hambre y la sed. Pero el sexo estricto y puro entre nosotros es una ilusión más entre tantas. El lenguaje, el pensamiento, los recuerdos, la infancia, la angustia, la soledad, en fin, todo eso y mucho más participa del acto físico. Y lo que parecía solamente un deporte o un mero intercambio de fluidos enseguida trasciende sus límites y se convierte, qué pena, en algo más raro, complejo, difícil de clasificar o definir. Ojalá fuera todo tan simple como en la horda primitiva o en los caniles de las plazas. Ojalá fuéramos ríos, peces o caballos. Pero no lo somos. Y ahí, claro, empiezan todos los problemas.
L.

Silencio verde

martes, 17 de mayo de 2011

Mujeres idealizadas


Una vez liberados de la cuota habitual y necesaria de misoginia los hombres tendemos a idealizar a las mujeres. Tenemos razones de sobra para hacerlo. Ellas no sólo son divinas, cuando lo son, sino que en general se muestran leales, atentas, fieles, sacrificadas. No rivalizan con nosotros en el terreno en que los hombres solemos competir. Con ellas sabemos a qué atenernos. O están de nuestro lado o contra nosotros. No hay punto medio. Además, y esto es cierto, las mujeres nos ponen en contacto con la vida en su sentido más inmediato y también más profundo: la compañía, la conjunción, el placer, la fecundación, los hijos. Todo muy lindo. Pero enseguida percibimos en algunas de ellas a seres odiosos, competitivos, amargados, intrigantes, peligrosos incluso. No deberíamos idealizarlas tanto entonces. Limitarnos a amarlas sería suficiente.
L.

Cuerpos infieles

Un siglo idealizado


Solemos pensar que el siglo XX fue un siglo interesante por muchas razones. Bastaría pensar en los movimientos revolucionarios (incluida la revolución sexual), los hippies, los Beatles, el surrealismo, el triunfo sobre el nazismo, el avance en la lucha por los derechos humanos, el psicoanálisis, el fin de los grandes relatos, el unicornio azul, etcétera. Pero si consideramos el siglo XX a la luz de algunos datos aportados por Raúl Zaffaroni -juez de la Corte Suprema en Argentina- un balde de agua helada nos despierta. Dice el juez que los Estados nacionales mataron, durante el siglo pasado, unas cien millones de personas. No se refiere a las guerras. Habla de homicicios alevosos cometidos por las policías y ejércitos de muchos gobiernos. Habla de la KGB, de la Gestapo, de las agencias, y, muy especialmente, de la "gobernanza" del miedo que baja desde Estados Unidos. Cien millones de hombres y mujeres ultimados por la misma policía que tantos demagogos ven como la solución a la inseguridad. Con la población mundial del siglo pasado eso significa dos habitantes del planeta asesinados por cada cien. Siglo idealizado.
L.  

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