Los ciclistas somos los últimos anarquistas del mundo. Rechazamos el sistema opresor representado por el encierro, el humo, los ruidos y los autos. Disfrutamos del viento en la cara sin jactarnos de ello. Desafiamos las reglas de tránsito, avanzamos por cualquier hueco de la embotellada autopista del sur...y llegamos antes que cualquiera. Esto último es fácil de demostrar. Un viaje que en Buenos Aires demora una hora o más por los medios habituales puede concretarse en veinte minutos o menos. ¿Cómo? Mediante el simple arte de pedalear. Por eso nos odian los policías, los conductores de autos, los reyes del consumo. Nosotros, los invisibles, no somos nada ni nadie. Pero el futuro es nuestro y eso ya no se discute. Las bicicletas vencerán y serán millones.
L.
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