miércoles, 18 de mayo de 2011

La ilusión del sexo puro


Algunas mujeres jóvenes, lindas y atractivas se quejan de que los hombres que se acercan a ellas sólo quieren llevarlas a la cama. Quieren sexo y nada más. Cero ternura, cero amor, cero amistad o intercambio intelectual. Algunos varones dicen algo parecido de ciertas mujeres. Sólo quieren sexo. Lo demás, si es que hay demás, no les importa. De ser así las cosas lo sexual podría ejercitarse entre los humanos como entre los animales, es decir, satisfacer un instinto básico de la manera más directa posible. Como quien va al baño o como quien come o bebe para saciar el hambre y la sed. Pero el sexo estricto y puro entre nosotros es una ilusión más entre tantas. El lenguaje, el pensamiento, los recuerdos, la infancia, la angustia, la soledad, en fin, todo eso y mucho más participa del acto físico. Y lo que parecía solamente un deporte o un mero intercambio de fluidos enseguida trasciende sus límites y se convierte, qué pena, en algo más raro, complejo, difícil de clasificar o definir. Ojalá fuera todo tan simple como en la horda primitiva o en los caniles de las plazas. Ojalá fuéramos ríos, peces o caballos. Pero no lo somos. Y ahí, claro, empiezan todos los problemas.
L.

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