martes, 17 de mayo de 2011

Mujeres idealizadas


Una vez liberados de la cuota habitual y necesaria de misoginia los hombres tendemos a idealizar a las mujeres. Tenemos razones de sobra para hacerlo. Ellas no sólo son divinas, cuando lo son, sino que en general se muestran leales, atentas, fieles, sacrificadas. No rivalizan con nosotros en el terreno en que los hombres solemos competir. Con ellas sabemos a qué atenernos. O están de nuestro lado o contra nosotros. No hay punto medio. Además, y esto es cierto, las mujeres nos ponen en contacto con la vida en su sentido más inmediato y también más profundo: la compañía, la conjunción, el placer, la fecundación, los hijos. Todo muy lindo. Pero enseguida percibimos en algunas de ellas a seres odiosos, competitivos, amargados, intrigantes, peligrosos incluso. No deberíamos idealizarlas tanto entonces. Limitarnos a amarlas sería suficiente.
L.

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