Casi la una de la mañana y yo escribiendo aún en el blog como si tuviera una idea disparadora de algo, un mensaje para la población, una historia cualquiera con final feliz, sí, como en las películas. Faltan minutos para la una de la madrugada y yo dispuesto aún a enhebrar palabras sueltas como éstas sin sentido o con el único sentido que puede tener el acto mismo de escritura, es decir, la trama despojada de tema y aventuras. Porque la única aventura para un escritor, y lo soy mal que me pese, consiste en la pura decisión de escribir casi a la una para decir, lo que se dice, nada.
L.
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