El agua es fluida y flexible. Se adapta y renueva de manera constante. Es callada y discreta. Termina imponiéndose a lo sólido por su falta de rigidez. No se gasta ni se quiebra. Busca las zonas bajas, no confronta, resiste. La forma no está en ella sino en el variable recipiente del terreno, la jarra o el vaso. El agua es deriva incierta que, aún tumultuosa, recupera pronto la paz del remanso. Se mete por donde quiere y sabe todos los secretos. Incluso aquellos. Ante la indudable virilidad del fuego el agua es mujer. Afrodita nació en el mar. Nació cuando Cronos, el padre de Urano, cortó los genitales de su hijo y los arrojó al océano. Del esperma flotante, convertido en espuma, nació Venus. Desde su condición femenina el agua extingue el incendio. Agua y fuego configuran opuestos que sin embargo se unen. Cuando uno llama al otro hay un deseo implícito. El agua y los sueños circulan por el mismo lecho.
L.
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