jueves, 5 de enero de 2012

El mar

El mar está frío al principio, dicen que dijo Alfonsina. Después te acostumbrás. Es buen chiste. Primero los pies se mueven en la espuma, después se hunden levemente en el agua, las olas parecen deshacerse en látigos de hielo. Pero eso es al principio. Después te acostumbrás. Llega un momento en que ya no tiene gracia tener medio cuerpo bajo el agua y el otro medio arriba y con la piel erizada. No tiene ninguna gracia eso y lo sabemos. Entonces, ante la primera ola más o menos alta, o, mejor dicho, en el vientre curvo y tenso de esa ola, nos introducimos como sexos que buscan su lugar. El frío amaina, el agua ya es amiga, las olas dan miedo pero pronto aprendemos a domarlas, y, de pronto, ya formamos parte de esa enormidad tan amplia, perdemos noción de horizonte, no sabemos dónde están los amigos, dónde los enemigos o el amor soñado/ acariciado. Estamos sumergidos casi por completo en el océano, sin pensar en nada ni en nadie, ni siquiera en la muerte o la salvación. La lección es sencilla. Al principio está fría. Después te acostumbrás.
L.

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