Uno se encuentra para despedirse. Y viceversa. Encuentros y despedidas. En eso consiste la mecánica amorosa. Son como las dos puntas de un hilo. O como un hilo sin puntas que se va enredando por sí mismo. Entre los dos extremos hay una tensión que algunos llaman pasión y otros costumbre. Nunca se sabe. Como partículas que se disparan en todas direcciones los amantes se cruzan, se fusionan y vuelve a apartarse. En el medio hay lágrimas, canciones, algún mail que no se entiende. Pero todo, finalmente, se resuelve en las puntas. Despedidas y encuentros. Así y sólo así funciona la cuestión.
L.
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