martes, 17 de enero de 2012

La zona



Algo nos pasa a los hombres con las tetas. El interés es indudable y por más que trato de racionalizar no encuentro la vuelta. La idea que enseguida viene a la cabeza es el recuerdo infantil de alimentarse por esa doble vía. Y así debe ser. Igual la curiosidad es tan desmedida como asombrosa. Los hombres somos definitivamente limitados. Buscamos no se sabe qué bajo las remeras. Esos volúmenes. Esas puntas que desafían la tela. Algo nos conmueve en la región y nos rendimos desesperados ante un simple escote. Leo un poema que tiene que ver. Es del brasileño Murilo Mendes, poeta ya olvidado. El mundo empezaba en los senos de Jandira, dice. Los enamorados pasaban y olían los senos de Jandira...Y eran precipitados en las delicias del infierno. Y todo por las tetas. Enigma increíble pero cierto.
L.

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