Grandes escritores del siglo XX fueron considerados pésimos por gente de primerísima importancia. Ya se sabe que Cien años de soledad, la novela más célebre de García Márquez, fue rechazada inicialmente por editoriales prestigiosas. Pero no fue el único caso. En 1961 nada menos que el jurado en pleno del Premio Nobel descartó por ejemplo al gran J.R.R. Tolkien. Su maravillosa saga conocida como El señor de los anillos fue condenada por unanimidad. En modo alguno está a la altura de la narración de alta calidad. Eso dijo el jurado que también despreció a Lawrence Durrell, al genial italiano Alberto Moravia ("monótono"), al gigante Lawrence Durrell ("dudoso gusto"), a Graham Greene y a la divina Isak Dinesen. Todos despreciables, sin talento, horribles. Queda esperanza entonces para los autores desconocidos, rechazados en concursos y hasta por la esposa y los amigos. Y esa esperanza se llama, qué pena, posteridad.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario