Tengo a veces pensamientos oscuros. Pienso por ejemplo que dentro de un siglo aproximadamente todos nosotros, mis quinientos "amigos" de Facebook, mis casi doscientos seguidores de Twitter, los adherentes de este blog, los presidentes del mundo entero y sus ministros, las modelos que muestran el culo en las revistas, en fin, para qué seguir. Ninguno de los mencionados, y unos cuantos más, estará vivo para entonces. Ya dije que a veces tengo pensamientos oscuros. Todos muertos y remuertos más o menos en cien años. No por conocido el dato es menos inquietante. Debo decir también que no me consuelan las ideas acerca del reino de los cielos, la reencarnación, las constelaciones, los helados míticos, las otras vidas o la resurrección del alma. No creo, lo que se dice, en nada. O sí. Creo en la energía de los gusanos y los microorganismos. El tema puede tomarse negativamente o, por el contrario, como una buena noticia. No digo nada nuevo si recuerdo que la pulsión de muerte, es decir, la perspectiva finalista, es uno de los mayores estímulos que existen para vivir, amar, producir, hacer cosas y deshacer otras. Hambre y amor. Vida y muerte. Fuerzas poderosas, casi imbatibles, para seguir en el camino. Y en el medio, claro, pensamientos oscuros y doradas manzanas del sol.
L.
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