Dice Bercovich que no es fácil pensar por afuera de la noción de causa. O ignorando las categorías del bien o el mal. Dice Bercovich que, aún así, convendría abandonar el terreno de la fe. Pero advierte de nuevo que no es fácil. ¿Por qué? Porque si algo pide a gritos la gente es religiones y más religiones. Dioses, goces, placer, consumo. Lo que sea. Divinos altares o amos ante los cuales poder arrodillarse. Dice Bercovich que aún así debemos resistir y sostener la docta ignorancia que es renuncia y es también, no dice Bercovich pero podría decirlo, una modesta y alcanzable forma de libertad.
L.
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