viernes, 6 de enero de 2012
Pornoblog
Los lectores más antiguos de este espacio deben recordar que cada vez que usábamos la palabra pornoblog estábamos anticipando algún tipo de teoría o algo parecido sobre Suspende, los blogs, los facebooks y nuestras eternas dudas en torno a lo que hacemos. Pienso en el Peregrino, en Eugenia, en Graciela, lectores lúcidos y además fieles. ¿Y ahora qué? Los primeros blogs que aparecieron en el mundo lo hicieron cuando el milenio agonizaba. Cuatro años después ya existían tres millones y a mediados de 2005 eran once millones. Se supone que ahora rondan los cien millones, cifra que tiende a duplicarse cada seis meses. Nacen tres nuevos blogs cada dos segundos. ¿Eso es bueno? ¿Significa un salto hacia la democracia expresiva de los amateurs? ¿Se lo podría ver como un estallido de la creatividad llevada a cabo esta vez por la gente común? Los fundamentalistas de las redes sociales dirían que sí a todo. Pero lo que ocurre no es fácil de evaluar. Porque también podría verse a esta ola como una exaltación colectiva de la estupidez, la intimidad intrascendente y el abandono acaso definitivo de todo pensamiento. Mi analista se enoja conmigo cuando digo estas cosas. Ella opina que en todas las épocas hubo mayorías banales y minorías cultas. Me aconseja leer historia y sugiere en su estilo que me deje de joder. Puede ser. Hay blogs que buscan despegarse de la banalidad. Sin jactancia éste es uno de ellos. Es cierto que a veces caemos en el tono confesional que tanto rechazamos. Es verdad también que a veces pensamos en los lectores y recurrimos a la demagogia barata o gratuita. Pero en el fondo queremos que el blog sea menos porno y ayudara un poco más a disparar ideas y comportamientos en tal o cual visitante. Quisiéramos también que no hiciera tanto calor en Buenos Aires. Pero una cosa es el deseo y muy otra eso que llaman realidad. Por lo pronto, con razón o sin ella, seguimos acá.
L.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario