Rezo por vos, Ludmila. Te nombran las hojas en el viento. Las hojas, el aire, el movimiento. Dijiste algo que no supe entender. Recuerdo tu olor. Pienso. Nadie que te huela como yo lo hice podrá imaginar cómo deseabas el amor inocente. Hoy te nombran los perros de la playa. Los sentenciados. Los invisibles. Y aún sin fe alzo altares en tu nombre. Recuerdo largas caminatas junto al mar. Recuerdo tus pechos de pronto descubiertos. Iluminación. Tu cuerpo en la ducha interminable. Ludmila. Indómita luz hecha carne en mí. Tu nombre es el mundo donde verdaderamente habito. Dormías atenta en la noche de los lobos. Temblabas tan sola en tu cuarto y esperando el día. Ojalá despiertes nueva y desnuda sobre el mar de los cuerpos olvidados. Ludmila. Rezo por vos. Y espero el día.
L.
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