Bordeando tu humedad. Rumiando cada madero de tu cuerpo sin letra. O subiendo por tu lengua cuando las otras bocas se durmieron. O bajando suavemente por tu espalda hasta encontrar praderas, alturas, piedras largas donde resbalo y caigo. Y besándote al fin donde la tierra se vuelve, sí, UN MAR entre mis piernas.
L.
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