Escribo porque no entiendo. Porque no entiendo el viernes, por ejemplo, escribo acá. La pileta llena de platos sucios, la cama sin hacer, montañas de libros por todas partes, veinte páginas de un futuro ensayo abandonadas. Miedo a los días que siguen. Escondites. Día viernes. Misterio. Digo misterio porque no sé qué es. El pez está desnudo pero nadie dice nada. El pez, el caballo, la mujer. Mañana es sábado pero la frase no significa. Pasado es domingo. La pregunta por el sentido, sí, tan absurda y necesaria. Y ahora comienza el viaje de un largo día hacia la noche. La noche de hoy. Escribo porque no voy a entenderla. Como el viernes, como el sol, como todo lo demás.
L.
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