L.
viernes, 16 de marzo de 2012
Dudar de todo
Me dicen que el secreto de la felicidad consiste en vivir sin cuestionarse. ¿Sin cuestionarse qué? Todo. Los días que pasan de largo como líneas veloces, los amores que empiezan y terminan, los ventiladores de techo, la ropa interior, el sueño que tuvimos ayer, la impunidad, el sexo, el otoño, el mar, la política, el dolor, los besos en la boca. El secreto de la dicha eterna consistiría en pensar que todo eso existió siempre y seguirá hasta el infinito. La vida es así. Listo. A otra cosa. A no pensar. A no despertar nunca. Vivir durmiendo. Qué lindo. La música a todo volumen y a matar el tiempo antes que él nos mate. Pero, qué pena, sabemos que eso no es verdad. El que no se cuestiona vive, como los animales, aturdido por los pequeños ruidos y los más pequeños aconteceres. Y como no quiere pensar en nada se abruma por tonterías gigantescas. Los que se cuestionan todo, en cambio, aprenden a reírse del mundo; son más tolerantes, no desesperan, adoptan el pesimismo como una forma nueva de la alegría. Dudar de todo no nos hace más felices. Pero es, sin discusión, un principio básico de la existencia.
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