Esas ganas de escapar montado en las nubes de la lluvia. Ganas de galopar como un loco sobre el mundo y desaparecer por fin. Ese deseo inexplicable de no tener que dar explicaciones. O rebotar como una pelotita en las paredes y lanzarme desde ahí hacia un lugar más alto. Hasta donde aparecen las flores de alta montaña. O más. Esas ganas temibles y lógicas de abandonar la ciudad y sumergirme en un lago de la selva o en la cima del hermoso verano. Imposible pensar en otra cosa. Menos en un día como hoy. Esas ganas de tener ganas. De abandonar todo y largarme, sí, sobre las nubes de la lluvia, como un loco montado/iluminado en las sombrías colinas del mundo.
L.
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