Palabras como angustia, tristeza, melancolía, nostalgia, frustración, ansiedad y otras parecidas suelen ser descalificadas en estos días. A cambio se propone el optimismo ciego, la felicidad idiota, el vaso siempre lleno o medio lleno, jamás vacío, ponerle ganas, pilas, onda y demás convenciones favorables, en apariencia, a la alegría ilimitada. Sin embargo la angustia es un sentimiento legítimo y rebelde. También la tristeza y la melancolía. Lo que embota es la estupidez. Lo que despierta es la intensidad. Y la intensidad puede verse tanto bajo el sol como en noches de llanto. Defender la inconformidad. Defender nuestro sagrado derecho a estar tristes.
L.
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