Mi novia, debería decir mi amor, propone que nos encerremos en un cuarto, lejos de sapos y culebras, para disfrutar juntos de todo lo que nos une y entusiasma. De la hermosura solamente. Todo lindo. Mi primera respuesta parecía un posteo de este blog. Fue tan absurda como suelen serlo mis respuestas. Le dije. Debemos salir a la calle y cambiar el mundo hasta convertirlo en nuestro cuarto. La propuesta revolucionaria no entusiasmó a mi novia. Debí decir mi amor. Ella quería que le respondiera lo que finalmente le dije. Sí, amor, vamos a encerrarnos en un cuarto lejos de todos los sapos y todas las culebras. Aún así. ¿Por qué durante las 24 horas de un día nos quedan apenas unos pocos minutos para disfrutar de lo que realmente vale la pena? Una compañera de trabajo a quién le hice esta consulta respondió de manera sencilla y previsible. Comer, dijo. Hace falta comer, tener un techo, viajar, etcétera. Y para eso hace falta dinero. Admití que esa es la razón del todo casi lindo. Todo más o menos hermoso. Una de cal y otra de arena. ¿Cuál es la de cal y cuál la de arena? En eso pensaré hasta convertir mi vida en todo lindo.
L.
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