El que desea y no obra -dice William Blake- genera pestilencia. El río que no fluye se estanca y se convierte en un pantano. Agua que no desemboca. Aire envasado. Podredumbre. Mal olor. De ahí la importancia de actuar (¡actuar!) y dejarse tomar por el deseo. Dejarse tomar y observar con atención lo que sucede. De igual modo el que obra y no desea genera, también, pestilencia, culpa, hastío. Conclusión. El que desea y obra (¡obra!) va por buen camino.
L.
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