Hay algo cómico en el amor. Una comicidad que se pierde a veces por falta de diálogo, por la tendencia a dramatizar todo, por la mala influencia de las películas y las novelas, por interferencias foráneas. Pero tomado en sí mismo, con cierta distancia y sentido del humor, el vínculo amoroso se presta a la risa, a la ironía constante, a la fluidez y a la comedia. Lo dicho no significa quitarle importancia al asunto ni mucho menos. Se trata apenas de poner las cosas en su lugar y entender que un amor, cualquier amor, es como un planeta en movimiento, con fases lunares, estallidos y quietudes, momentos muertos también. Y es justamente en estos últimos períodos de meseta cuando lo paródico se despliega en todo su esplendor. Una pareja que no entienda que así son las cosas está en riesgo. El solo hecho de vivir ya es un lío. ¿Por qué deberíamos complicarlo todo? Y si el amor no da alegría para siempre, bueno, que se lo coman todo.
L.
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