En algo se parecen el acto de escribir y el de amar. El primer parecido es obvio. El deseo impulsa todo hacia adelante. Se escribe y se ama sólo en el caso de que se desee hacerlo. No se escribe cualquier cosa. No se ama a cualquiera. Eso es lo primero. Lo segundo es que al escribir el autor desaparece en las palabras. Es casi como si se perdiera al producir el texto en la pantalla. En el plano amoroso y/o sexual ocurre algo demasiado similar. Ambos amantes se disuelven en el abrazo de los cuerpos. Escribir y amar. Amar y escribir. Dos hermosas maneras, al menos en la Argentina, de desaparecer.
L.
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