lunes, 24 de diciembre de 2012

Por una felicidad cierta

Alguien pintó un graffiti a la vuelta de mi casa. Ahí se lee, con buena letra y en color violeta, quiero una felicidad cierta o nada. Al margen del evidente extremismo tipo revolución o muerte, libres o esclavos, etcétera, el autor del mensaje sabía lo que decía. La idea de felicidad cierta es una saludable afirmación de lo verdadero ante lo que podríamos llamar felicidad falsa. ¿Y qué cosa sería esto último? No hace falta entrar en demasiados detalles. La mayoría de los saludos por las fiestas, los abrazos de ocasión, las sonrisas dibujadas, las divinas promesas, las copas que al chocar se quiebran en mil pedazos. Adhiero a la idea de felicidad cierta aún sabiendo que toda alegría, por más auténtica y grandiosa que sea, encierra una pequeña dosis de fantasía y, por qué no, algún despliegue actoral necesario para las actuales circunstancias. Igual vale la frase en su sentido principal. Quiero una felicidad cierta...o nada.
L.

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