Su avión ya carretea en la pista y alza vuelo como las aves ligeras del verano. Su avión ya se pierde entre las nubes hasta volverse un punto y luego nada y luego nadie. No me dejes, no me dejes, no me dejes. Desde arriba todo se ve tan ordenado y limpio. Tan verde lo oscuro. Tan suave lo áspero. No te vayas aún, quédate un poco más, sí, un poco más. Tú. Lejana y sola. No hay lobos en el cielo. La curvatura de la tierra parece un vientre delicado. A diez mil metros sobre el mar la vida es más hermosa. Su avión ya carretea en la pista y alza vuelo como las aves ligeras del verano. Sólo queda espacio para un eco. No me dejes, no me dejes, no me dejes.
L.
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