jueves, 5 de mayo de 2011

El otro

Con el otro no sabemos qué hacer. Es raro, molesta, es diferente a nosotros. La primera reacción por eso mismo es el rechazo. ¿Por qué? Porque es otro, es decir, no forma parte de nuestro grupo. Una segunda variante es ignorarlo. No responder a sus llamados. Hacer como si no existiera. Pero el riesgo es que el otro haga lo mismo. Y eso produce angustia. Existe una tercera y drástica posibilidad. Eliminarlo. Se supone que mediante este último procedimiento el problema se soluciona definitivamente. Pero, qué pena, pasado algún tiempo el nuevo experimento fracasa. ¿Por qué? Porque siempre hay una partícula indeseable en el espacio. Y, para colmo, no se mueve del lugar. Quedaría entonces un camino posible. Tratar de entender al otro. Acercarnos. Tender un puente hacia él así sea de humo o frágiles cañas. Casi nadie elige esta opción. ¿Por qué?
L.

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