lunes, 2 de enero de 2012

Sed inundada de recuerdos

Pensando en el agua real apareció de pronto y sin avisar el agua irreal. Me ayudó la relectura de La casa inundada, un relato brillante y especialmente extraño de Felisberto Hernández. Una mujer gorda lleva a un pianista en un bote que rodea a una casa especialmente construida para ser inundada. El agua parece un recipiente lleno de evocaciones que poco a poco van asfixiando la isla en donde está la casa y todo lo demás. Nada se explica demasiado. En el cuento el agua "piensa" como Solaris, el planeta soñado por Tarkovski en una película rusa. Es como si el agua blanda se impusiera sobre la piedra dura y recordara borrosamente las plantas que vio y regó en la infancia...cuando aún le quedaba un poco de vista.
L.

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