Los blogs no están hechos para contar cosas personales o inmediatas. O sí. Quizás estén hechos para eso. Ayer discutía de manera no muy amable con una ex alumna de escritura cuyo blog está dedicado mayormente a compartir intimidades. Le dije que aprovechara el espacio para generar historias y trabajar con las palabras. Cortó el teléfono y se fue. No. No fue por teléfono. No sé qué medio usó. Ya estoy entrando en la ficción. En realidad mi ex alumna quería contarme un viaje que hará a Sudáfrica en pocos días. Se había propuesto decirme que comerá carne de elefante, o de jirafa, y que beberá litros y litros de una cerveza negra muy rica que hacen ahí. Qué bien, le dije por decir algo. Pero ella levantó el teléfono y siguió la historia. Ah no. No fue por teléfono. Bueno. No importa. La cosa es que me contó que en su último viaje al sur de África se comió no sé cuántos elefantes y tomó litros de esa cerveza compuesta por algo que los peruanos conocen como leche de tigre. Es un conocido afrodisíaco que acompaña al cebiche. Este post ya no está contando cómo me levanté hoy, si me duché o hablé con mis tíos. Lo cierto es que mi ex alumna finalizó su relato diciendo que al regresar de su más reciente viaje sudafricano estuvo llorando todo el tiempo. No me gusta mi realidad, creo que dijo en el teléfono o por mail o a través de una paloma mensajera. No me gusta mi realidad. Esa fue la frase. Ahí está el punto. Por eso en los blogs no hay que contar lo que a uno le pasa sino, justamente, lo que a uno no le pasa. ¿Para qué? Para cambiar al menos en palabras esa realidad que no nos gusta.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario