El homo sapiens, especie a la que pertenecemos, tiene unos 200 mil años sobre la tierra. La escritura, un hábito que nos incluye a todos, tiene apenas cinco mil años. Una vez impuestas las palabras todo o casi todo se transformó en una confusión total y completa. Nadie se entiende ya ni de manera aproximada. Ni personalmente ni por mail. Divinas parejas se disuelven por una frase mal interpretada. Los discursos resultan cada vez más especializados e incomprensibles. El caos es tan grande que resulta difícil sustraerse a la tentación de callar para siempre. Hasta un mensaje de texto puede desatar la tormenta. Por eso no sorprende que en los tiempos actuales una película muda como El artista haya ganado el Oscar al mejor film entre tantas y tan buenas opciones. El mundo del parloteo hueco y el grito casi constante está sediento de silencio. Un poco al menos.
L.
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