Si nos decepcionamos seguido con gente o situaciones es porque nos ilusionamos seguido con gente o situaciones. El peor camino, en tal caso, sería enojarnos con los otros y culparlos por la horrible decepción que nos causaron. Lo que habría que revisar son las ilusiones. Ahí está el nudo maestro de la cuestión. Las decepciones extremas nacen de ilusiones también extremas. Pensando en estas cosas Freud escribió algo titulado El porvenir de una ilusión. Dice ahí que no hace falta ser genios para concluir que el porvenir de cualquier ilusión es el fracaso. Suena feo pero así es. El éxito, si es que algo así existe, radica en vivir activamente, entregándonos a cada experiencia, pero sin ilusiones o idealizaciones. Pesimismo en la idea pero optimismo en la acción y jamás nunca en la ilusión.
L.
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