Progreso era el de antes. Así se titula un divertido texto de Cortázar donde en su estilo característico, irónico, el autor de Rayuela pone en duda que la humanidad esté progresando, es decir, que la mal llamada modernidad sea superior a la mal llamada antigüedad. Es verdad que ahora hay Internet, blackberrys, fast food y esas cosas. Muchas enfermedades pueden tratarse con éxito. Hay naves espaciales y hasta sexo virtual (antes era real). Pero nada de eso puede ser considerado un progreso. Jamás el hombre mató a tantos hombres. Y si bien el promedio de vida se duplicó también se duplicaron las enfermedades pasibles de ser contraídas y la realidad virtual se desliza velozmente hacia una temeraria irrealidad. El mundo está sobrecargado de armas atómicas, el cambio climático derrite los polos, cientos de especies animales desaparecen por día al igual que culturas enteras, lenguas vernáculas, instrumentos musicales, océanos. ¿Qué podríamos decir a favor del progreso? ¿Que ahora hay redes sociales? ¿Que mucha gente va en auto? ¿Que existen aviones en vez de antiguos carruajes? Es curioso. Vivimos como hordas salvajes en cavernas de acrílico donde, convertidos en autómatas, miramos fijamente raras e inútiles pantallas. Y a eso denominamos progreso, milagro tecnológico, etcétera.
L.
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