Trabajar cansa. Así se llama un libro de poemas del italiano Cesare Pavese. Y es verdad. Aún sin hablar de empleos remunerados, cumpliendo horario, con desgaste físico y mental. La vida es puro trabajo. Un sábado da trabajo. Y hasta un domingo. Sostener una pareja, un blog, una carrera. Escribir da trabajo. Una sesión de yoga o terapia. Hacer el amor da trabajo. Y hasta viajar. La ilusión del puro disfrute, eso de sentirme bien todo el tiempo, es sólo eso. Una ilusión destinada al fracaso. Porque en el fondo de cualquier acto trascendente o intrascendente hay siempre un trabajo enorme. Ni cuando dormimos hay tregua. Soñar da trabajo. Respirar, comer, bailar, volar, votar. Y es una suerte que sea así. Porque si hay trabajo hay vida. Porque nada importante está libre de esfuerzos. Y sólo trabajando, y cambiando, descansamos verdaderamente.
L.
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