El hombre acaba de cumplir 70 años y es, como se dice, impresentable. A los 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica. La dolencia no tiene cura y suele matar en un par de años. El cuerpo del hombre empezó a deteriorarse. Siendo joven solía caer enfermo, no se destacaba en los deportes, a veces perdía la memoria a corto y largo plazo. No se ataba bien los zapatos. Se trababa al hablar. La esclerosis destruyó gran parte de las neuronas que controlan el movimiento de los músculos, salvo al excreción y la función sexual. La muerte, sin embargo, no se presentó en el plazo esperado. Pero aún así. El hombre se atragantaba con la comida y se tornó meditabundo y depresivo. En 1985 contrajo neumonía y estuvo a punto de morir. Ya no respiraba por la nariz o la boca. Apenas lo hacía por una abertura artificial en la garganta y, en fin, tenía poca chance de sobrevivir. En el medio, créase o no, se casó dos veces y tuvo una hija. En el medio, créase o no, se convirtió en el físico, astrónomo y matemático más famoso del planeta. Su nombre es Stephen Hawking, su cuerpo puede mover sólo dos músculos y no está en Facebook. Padece todo tipo de limitaciones. Pero su mente viaja en el tiempo y el espacio sin ataduras de ninguna especie.
L.
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