Las primeras caminatas empezaron en el agua. Los peces tenían piernas largas y unos pies de siete u ocho dedos. Fueron los primeros animales que vagaron de la mano por jardines imposibles. No había ruido en esos tiempos. Los caminantes eran peces eléctricos, nubes negras, pájaros sin alas. Navegaban con esfuerzo y hacían pozos en cualquier parte para esconderse. Buscaban algo en el barro y el cielo. También estuvieron aquellos que se aventuraron en tierra firme. Eran anfibios cuya doble vida es conocida. Tenían ojos en vez de aletas y empezaron a poner huevos como las gallinas en el fondo del mar. Ellos querían solamente respirar. Tenían que hacerlo hasta cuando dormían. Uno volvió al agua cuando se cansó del mundo de lo sólido. Nadie sabe el motivo del inesperado regreso a un medio tan inconveniente. Algo parecido le pasó al dragón de Comodo, increíble carnívoro y depredador que volvió al océano esperando allí -inútilmente- la solución a todos sus problemas.
L.
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