Dice Barthes que en la modernidad lo obsceno del amor, es decir, lo que está fuera de lugar, no se concentra tanto en la zona genital sino en el alma y sus afectos. Lo que se cuestiona es el sentimiento visto con frecuencia como una variante del sentimentalismo barato. El enamorado sería un delirante medio estúpido y anacrónico. La historia, dice Barthes, nos prohíbe ser inactuales. El sentimiento amoroso está pasado de moda y por eso es obsceno. Lo moderno sería el viagra y la buena perfomance en la cama. También la pareja vista como sociedad anónima o una linda compañía. Lo antiguo, lo imbécil, sería llorar o morir por amor, lo romántico bobo, las rosas caídas al mar. De acuerdo. Muchos de esos gestos afectados y sobrecargados del amor terminan siendo de mal gusto. Pero quien huye del mal gusto, decía don Pablo Neruda, cae en el hielo.
L.
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