Para un leer un diario, cualquier diario, hace falta contar con una formación cultural muy profunda y amplia. Casi enciclopédica. En caso contrario no se entenderá bien ninguna información, o se tragarán enormes torrentes de mentiras totales o parciales sin opción a filtrarlas. O, peor, se leerán torrentes de verdades totales o parciales sin opción a digerirlas. Hay que saber también que los fabricantes de noticias son, por lo general, ignorantes con o sin título. Se trata en ocasiones de gente bien intencionada pero excesivamente dispersa, a veces tonta, y muy poco dispuesta a investigar. En este punto el problema se duplica. Si los que informan son ignorantes y los que son informados también lo son el resultado será, por lo menos, preocupante. ¿Cómo entender la actual rebelión egipcia sin conocer la historia reciente de ese país? ¿Y la presente masacre de palestinos sumada a la renovada ocupación territorial israelí? ¿Cómo leer este hecho sin estar al tanto de lo ocurrido en esa región en el año 1967? En ese mismo año, dicho sea de paso, fue asesinado Ernesto Guevara en una escuelita de Bolivia. ¿Puede asimilarse un episodio de esa gravedad sin tener una aproximada visión del mundo de aquellos tiempos? Y en cuanto a la actual situación argentina, ¿puede un lector de diarios siquiera acercarse a ella sepultando el contexto desde el cual venimos, es decir, una dictadura militar y un peronismo neoliberal que, juntos, destruyeron lo que quedaba de país? ¿O un radicalismo igualmente neoliberal que en diciembre de 2001 congeló los ahorros altos o bajos de buena parte de la población? Para leer el diario hay que saber filosofía, psicología, economía, antropología, historia y hasta un esbozo de la teoría sexual. Y, por sobre todo, para leer el diario es imprescindible dejar de leer diarios y cambiarlos, sí, por buenos y nutritivos libros.
L.
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