Las buenas conciencias justifican el asesinato masivo de niños y el bombardeo de escuelas de la ONU y mezquitas (ya van mil trescientos muertos civiles, ocho mil heridos y 200 mil desplazados internos en Palestina) atendiendo al argumento israelí según el cual en esos lugares "se esconden armas". Invitaría a las buenas almas a ver las escenas que vi anoche sobre lo ocurrido en la Franja de Gaza y al menos sentirán algo extraño, un cierto malestar indefinible, una sensación de impotencia y desesperación como la que tuvimos Paula y yo anoche paralizados frente a la monstruosidad inenarrable de lo que veíamos. Invito a las buenas conciencias a ver pasar cuerpos y cuerpos mutilados de bebés, niños que de pronto se quedan sin padres y luego son igualmente convertidos ellos también en cadáveres por si acaso guardaran rifles y misiles bajo los pañales. Invito a las buenas almas a mirar sin velos el genocidio que se está produciendo en Gaza (no recuerdo en mi vida haber visto en directo un crimen de esa magnitud), invito a las madres a pensar en sus hijos, en el futuro, en la vida. La falsa conciencia de la realidad es parte de la complicidad universal con lo que está sucediendo.
L.
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